Lo que la realidad aumentada o el 3D jamás podrán reemplazar es la capacidad humana de imaginar, gracias a  ella las personas ciegas también pueden ver películas y series. Sin embargo, cabe preguntarse… ¿Porqué los cines no son inclusivos? En una era donde la tecnología es la octava maravilla del mundo, es curioso que las salas de cine no entreguen dispositivos para audiodescripción. Existen, pero no son ofrecidos, asumiendo erróneamente que los ciegos no disfrutan de las artes audiovisuales.

El cine es un arte fundamental para todos, por lo que todos deberíamos tener acceso a él. La discapacidad no debería ser una limitante, en especial la discapacidad visual

Ian Ovalle, estudiante de sociología y fanático de las artes audiovisuales.

Ian Ovalle esperaba con enormes expectativas el capítulo estreno de Game of Thrones. Fan de las series, de Netflix, de las películas y los videojuegos, este estudiante de sociología es ciego desde los 8 años, pero jamás abandonó su pasión por la tele y las artes audiovisuales.

Ian ve las series solo, en español latino y completando la información que no puede ver, usando aquello que es irrenunciable al ser humano: la imaginación. “Me imagino las partes que son netamente visuales por los sonidos. Llevo tanto tiempo viendo series, películas y jugando a los videojuegos, que estoy acostumbrado a los sonidos y qué significa cada uno. Además el diálogo te ayuda bastante en el proceso. Y si me lo preguntas… no me gusta el cine audesc (cine con audiodescripción) ni las series audesc, porque para mí pierde la magia” dice Ian con la convicción del que tiene práctica haciendo lo que le gusta, aunque reconoce valorar esta funcionalidad, así como también la compañía de un amigo en la sala de cine, que complemente la información que el sonido por sí mismo no narra.

Audesc o audiodescripción es el relato adicional de un narrador, que describe las imágenes que el sonido no logra explicar. Existen organizaciones que reparten CDs o archivos de audio con banda sonora y audiodescripción de películas y ocasionalmente se realizan en el mundo de las proyecciones pensando en las personas con discapacidad visual. Sin embargo, Ian, quien va al cine regularmente, jamás recibió por parte de las salas un dispositivo para acceder a la audesc. Un dato que sorprende, porque la industria audiovisual, en plena transformación con servicios pagos por catálogo, ha comprendido que inclusión es de hecho, expandir el mercado. Netflix por ejemplo, incluye la audiodescripción en su oferta, lo mismo que hacen algunos canales de cable e incluso la TV abierta en diferentes países. Entonces, ¿por qué no pensar en un cine inclusivo?

 Arte universal

Además de GOT, Ian está siguiendo al menos otras 5 producciones. Entiende el cine, en primer lugar, como una de las artes fundamentales. “Yo creo que el cine es un arte fundamental para todos, por lo que todos deberíamos tener acceso a él. La discapacidad no debería ser una limitante, en especial la discapacidad visual. Pienso que por ejemplo, el cine audesc, que es la audiodescripción de las películas –algo que Netflix tiene en un apartado que dice ‘audiodescrita’– ha ayudado mucho a los ciegos, principalmente a saber el contenido de las películas. Saber que un actor se movió, que está bailando, que está peleando, te lee los carteles y esas cosas que no siempre te describe el guión de la película o de la serie, entonces, ha sido fundamental en ese aspecto”.

Y la pregunta por la inclusión también se la están haciendo los cineastas… El argentino Jorge Dyszel dirigió Al fin… el mar, en 2005. El director cuenta en una entrevista al diario Clarín que en el film “nosotros dirigimos a nuestro narrador, que con intencionalidad se transforma en un personaje más. En segundo lugar, el criterio utilizado para escribir el guión de la audiodescripción hace que nuestro narrador diga lo que hay que decir y calla cuando el sonido original puede narrar perfectamente bien. Además, es histriónico. Hay narraciones de películas que parecen un taladro de palabras”. En las proyecciones, que incluyen un recorrido de más de 50 festivales internacionales, se invita a las personas que lo deseen a cerrar los ojos, y ponerse en el lugar del otro, completando una experiencia inclusiva.

La película cuenta la historia de amor entre un hombre de Wall Street y una mujer cubana en una isla del Caribe. Una anécdota, ocurrida al fin de una proyección, refleja el impacto de hacer cine pensando en que la experiencia alcance a todos los asistentes: “Después de cada encuentro, al finalizar cada función, hay una sesión de preguntas y respuestas. Y ahí se te exprime el corazón. Una vez, en San Luis, una persona ciega tomó el micrófono y dijo: ‘Yo tengo 60 años y quedé ciego hace 20. Siento mucho por mis compañeros ciegos de nacimiento ya que el relator dice que el mar de Cuba es verde esmeralda. Seguro no entendieron nada’. Le replicó una espectadora de 18 años: ‘Yo soy ciega de nacimiento y estoy en total desacuerdo. Para mí, el verde es esperanza. La esmeralda es una piedra preciosa. Si me dicen que el mar es verde esmeralda, me hablan de lo precioso y esperanzador. Debe ser bellísimo’. El cine se vino abajo en aplausos”.

Trailer Al fin… el mar.

Fuente: Lazarillo.cl