¿Se puede ser un crack del fútbol midiendo menos de 1.50 metros? Los muchachos de la Selección Chilena de talla baja demuestran que para practicar el deporte rey no son necesarios los centímetros, solo se necesita el amor por la pelota y la unión de un grupo de “pequeños gigantes” que buscan romper con los estereotipos y la discriminación.

Por: Carlos Martin

@carlosf_martin

A años luz de los flashes y los millones de dólares que envuelven a Arturo Vidal o Alexis Sánchez, lejos de la “revolución” de la selección femenina de fútbol, existe otra “Roja”, una que en silencio trabaja desde hace casi tres años y que no solamente busca respeto deportivo, sino que también ansía derribar las barreras de los estereotipos y la discriminación hacia las personas de talla baja.

Es que los “diablitos”, como son conocidos este grupo de deportistas, buscan hacerse un espacio en la historia deportiva del país a punta de goles, para que nadie más los mire hacia abajo.

La primera selección se originó en octubre del año 2015, con un grupo de amigos que se reunían a jugar fútbol, y que con el pasar del tiempo fue captando más adherentes. Francisca Opazo, presidenta de la Corporación Pequeñas Personas de Chile, recuerda que fue en una de sus reuniones donde surgió la idea. “Cuando vino gente de Perú y Argentina, ahí quedó el ‘bichito’, ya que ellos tenían sus selecciones y en el país no había nada como eso”.

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“DIABLITOS” QUE RESPIRAN FÚTBOL

Usualmente tener acondroplasia es motivo de burlas y de un sinfín de chistes. Esa es la condición de las personas que componen este particular equipo de fútbol, que está dando una fuerte lucha para dejar en claro que la inclusión deportiva no es un sueño y más bien un derecho.

Cristóbal “Coby” Brunet (26) dejó de estudiar Ingeniería Comercial para dedicarse completamente al fútbol, y se matriculó en el INAF para seguir la carrera de entrenador profesional.

En marzo del 2016 entró a la selección, en donde hoy es uno de los jugadores más antiguos. Al hablar se le nota lo empoderado y enamorado del fútbol. “Siempre he sido futbolero, desde que tengo noción he estado guiado por un balón”, agrega rememorando que “era de los que jugaba a la pelota en todos los recreos, hasta las botellas y cajas de cartón servían para iniciar un partido”.

El jugador indica que el objetivo principal de la selección es la inclusión deportiva, “que no haya restricción para practicar fútbol y bueno, deportes en sí. Todo está en la voluntad de cada uno y eso queremos sembrar en Chile. Si bien tenemos capacidades distintas, también podemos practicar este deporte y representar a nuestro país”.

Por su parte Ignacio Córdova (19), quien con su 1.43 metros es uno de los más espigados del plantel, relata que ha jugado fútbol durante toda su vida. “En mi caso somos cuatro hermanos y todos somos futboleros. En mi casa siempre se habla de fútbol, la pelota anda en todas partes y los fines de semana juego con dos de mis hermanos en el mismo equipo en una liga. Además somos hinchas de la Unión Española y cuando podemos vamos al estadio. ¡Vivimos mucho el fútbol!”, afirma.

En su familia Ignacio es el único que tiene acondroplasia, pero eso no fue impedimento para cumplir su deseo de jugar en la selección, a la que llegó en agosto del 2016 “gracias a un reportaje que leí en un diario. Por Facebook me puse en contacto con el equipo y en septiembre ya estaba entrenando”.

Dentro de las experiencias que atesora este estudiante de Ingeniería Comercial está el viaje que realizó la selección de talla baja en diciembre de 2016 a Perú, en donde jugaron contra el combinado local y Argentina. “Fue una experiencia muy enriquecedora y bonita, si bien en lo futbolístico no nos fue como esperábamos, sacamos en limpio varias cosas. Aprendimos mucho, pero nos falta para ser como ellos. Los argentinos tienen implementación de primer nivel y reciben ayuda de la federación. Lo mismo que Perú, que cuenta con un muy buen lugar de entrenamiento y ese campeonato fue apoyado por el Instituto Nacional del Deporte peruano, cosas que acá no pasan. Esto es una batalla por la inclusión y para darnos a conocer”.

La selección no solo se compone de adultos, puesto que de igual manera hay jóvenes promesas que quieren convertirse en referentes de la selección de talla baja. Ese es el caso de Diego Echeverría, quien con 13 años reconoce queal principio no quería relacionarse con gente pequeña, tampoco conocía a otras personas de talla baja y no sabía cómo serían. Pero gracias al fútbol aprendió a trabajar en equipo y hoy tiene grandes amigos.

Pero el menor de todos es Aarón Muñoz (9), quien con su metro y seis centímetros ya sueña en grande y señala que desde los siete años juega fútbol. “Soy arquero y me gusta Claudio Bravo, quiero ser capitán de la selección como él”.

A pesar de ser el menor del equipo dice que “no me da miedo jugar con los más grandes, me dan muchos consejos para poder atajar”. Su mamá, Alejandra Castillo, indicó que “yo lo veo muy motivado, porque al llegar a la selección se dio cuenta de que había personas igual que él, que no era el único con esa condición y a pesar de ser tan niño creo que pudo madurar”.

Alejandra agrega que “los profes” motivan mucho a su hijo, “le dicen que si sigue así será el futuro capitán del equipo y eso lo tiene fascinado y le pone más energía a los entrenamientos”, mientras Aarón de lejos grita, “¡quiero ser capitán como Claudio Bravo!”.

La selección chilena de talla baja entrena todos los sábados en el complejo Santa Elena de 12:00 a 14:00 horas, donde alrededor de 20 deportistas lo dan todo para hacer el mejor papel en la Copa América a disputarse en Argentina en octubre próximo, porque los “diablitos” buscan volver con un título, que puede ser un triunfo que derribe todos los estereotipos y la discriminación.

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UNA SELECCIÓN SIN RECONOCIMIENTO

Para que un equipo funcione debe tener una cabeza que comande todo, pero en esta selección hay tres que funcionan casi como los tres mosqueteros: un cuerpo técnico que desinteresadamente se la juega por derribar los problemas de inclusión que tiene Chile.

Richard Lobos es el preparador físico del equipo, quien entró al cuerpo técnico para “poder aproximar la inclusión dentro del deporte y la sociedad”, pero tiene una motivación adicional, ya que en la selección participa uno de sus hermanos, el que padece acondroplasia “desde que era niño, y me ha demostrado que no existen obstáculos y que hay que ser perseverante”.

Otro de los integrantes del cuerpo técnico es Francisco Herrera, sociólogo de profesión y un convencido de que el trabajo colectivo-grupal es fundamental para los buenos resultados y también para la inclusión. “Queremos que esto sea mucho más que fútbol. Hay una opción de poder generar la federación de deportes de personas de talla baja de Chile. Para ellos es importante contar con una base no solo deportiva, sino que también anímica, grupal y participativa”.

Herrera además indica tajante que “nosotros no pedimos que nos tengan pena, nos carga cuando la gente dice ‘mira a los chiquititos jugar’, es una actitud paternalista que ninguno de ellos pidió”.

Finalmente Carlos Mellado, profesor de educación física y director técnico del equipo, menciona que “esto no tiene nada que ver con lo monetario, no contamos con apoyo de ninguna entidad, ni el reconocimiento de la ANFP, todo se hace por autogestión. Ver la motivación y empuje de los muchachos hace que esto sea muy gratificante”.

¿QUÉ ES LA ACONDROPLASIA?

La endocrinóloga de la Clínica Ciudad del Mar, Catalina Tobar, define a la acondroplasia como una enfermedad hereditaria, que afecta la capacidad que tiene el cartílago de crecer y desarrollarse. “Quienes la tienen suelen ser personas de baja estatura, porque sus huesos no crecen y pueden presentar otros problemas articulares como artrosis y algunas alteraciones posturales, complicaciones que generalmente se ven en la adultez”.

La doctora señaló que también hay otras enfermedades que pueden provocar talla baja en las personas, como la hipocondroplasia, el síndrome de Turner en mujeres y el de Noonan en hombres. También hay otras más comunes como la enfermedad celíaca, hipogonadismo y la desnutrición.

Para saber si una persona es o no de talla baja, Tobar revela que no se mide en centímetros e indica que “se tiene que analizar cada población. Por ejemplo, los chilenos seríamos casi todos de talla baja en relación con los finlandeses. La Organización Mundial de la Salud posee unas tablas que son específicas para el sexo y la edad de los niños cuando se están desarrollando”, por lo que se habla de talla baja cuando una persona está a menos 2.5 desviaciones estándar de la talla esperable para la población determinada.

 

 

Fuente: Vida Magazine