Existe consenso respecto de la necesidad de mejorar la productividad de las empresas y avanzar en su capacidad de innovar.
También existe consenso en la manera en que esto impacta positivamente en la calidad de vida de las personas, en el desarrollo de mejores empleos, en las condiciones laborales de trabajadoras y trabajadores y en la estabilidad de la democracia. Es aceptado, también, que el incremento de la productividad y la competitividad de las economías está estrechamente vinculada a las competencias de sus trabajadores.
Mejores empresas y mejores trabajadores/as son dos caras de una misma moneda.
La clave del futuro de Chile está en sus regiones, en su gente y en el desarrollo de sus vocaciones productivas.
Se requiere enfrentar con celeridad la mejora del desempeño de la economía a través del fortalecimiento de los sectores estratégicos y las capacidades de las personas.
El país debe enfrentar los desafíos de un mundo globalizado y economías altamente competitivas. Se requiere promover industrias productivas y en conexión con las exigencias y desafíos de la tecnología: innovadoras, sofisticadas y sustentables (CORFO, 2017).
Es necesario avanzar en acciones concretas que aporten al desarrollo de una base de conocimiento, coordinación, cooperación entre los distintos actores — instituciones públicas, empresas, gremios, organizaciones sindicales, academia y sociedad civil — que permita proponer soluciones a los problemas que limitan el crecimiento y la innovación, particularmente, en sectores productivos estratégicos.
El propósito de la acción es contribuir al desarrollo de una economía y un desarrollo productivo que tenga como foco mejorar la calidad de vida de todas las chilenas y chilenos.
Urge desarrollar las competencias de los trabajadores y las trabajadoras en Chile. 39% de la PEA no ha finalizado la Educación Media, mientras 40% solo ha alcanzado el nivel secundario. 21% de la PEA posee un título de nivel terciario. Existen dos profesionales universitarios por cada técnico de nivel superior.
En 2014, Chile fue parte de la Evaluación Internacional de las Competencias de Adultos (PIAAC), la que permite evaluar y monitorear las competencias que los adultos requieren para participar exitosamente en la economía y sociedad en la que vivimos.
Comparada con la población adulta, los jóvenes entre 16 y 24 años, tiene un desempeño significativamente mejor que la población de mayores tramos de edad. En promedio, los adultos chilenos obtienen un bajo desempeño en las competencias evaluadas por el estudio. Estos resultados son bajos respecto del promedio OCDE. En el caso de la comprensión lectora, este bajo desempeño se ha mantenido estable durante los últimos 17 años.
Es una necesidad seguir avanzando en mejoras a la calidad y articulación de la formación para el trabajo y la educación técnico profesional, generando una política robusta y consistente con programas, recursos y orientaciones para esta modalidad.
Formación para el trabajo y educación técnica pertinente y de calidad son factor fundamental para el desarrollo económico y social del país
Existe consenso en torno a que el desarrollo de las competencias de las personas es esencial para la reducción de la pobreza, la recuperación económica y el desarrollo sostenible. Asegurar el acceso igualitario a la formación técnica, profesional y superior de calidad, constituye un objetivo estratégico.
Se requiere de un marco que favorezca la articulación entre la formación laboral, la educación técnico profesional, el mundo del trabajo, la empresa y el emprendimiento. Esto permite:
- La posibilidad de contar con los elementos base para el desarrollo de un sistema renovado de formación en red que articule formación, vinculación con el sistema productivo y educación continua;
- Aportar a la descentralización del conocimiento y promover una oferta de formación laboral y educativa relacionada con el entorno económico, político, social y territorial;
- Fomentar el aprendizaje de conocimientos relacionados con el trabajo práctico, nuevas tecnologías y la formación personal y ciudadana;
- Aportar a la descentralización, la innovación y la articulación de la oferta pública con el desarrollo y transformación productiva de cada región;
- Responder a los requerimientos de capacitación del sector productivo de las regiones, vía programas de formación continua.
- Avanzar en construcción de una arquitectura que permita el desarrollo de trayectorias laborales y educativas articuladas.
Formación y educación para la vida, la integración, la ciudadanía y el trabajo son aspectos esenciales en el desarrollo y promoción de las personas, el incremento de las oportunidades de empleo y en las remuneraciones, particularmente, de aquellas que viven situaciones de vulnerabilidad.
El desarrollo de las personas incrementa las posibilidades de acceder al empleo, la productividad de trabajadoras y trabajadores y es un factor principal en el crecimiento económico.
Aun cuando en América Latina y el Caribe la pobreza y la inequidad han disminuido, sus niveles continúan altos – entre otras razones – debido a la baja productividad que mantiene a los trabajadores de escasa calificación con salarios insuficientes (BID, 2016).
La evidencia que muestran las economías desarrolladas permite observar que la formación laboral lleva aparejado beneficios importantes: salarios más altos, mayor estabilidad en el empleo, mejoras en las condiciones laborales y la inserción laboral, así como ganancias en productividad (BID, 2016). A pesar de lo significativo de dichos retornos, la inversión en capacitación laboral en América Latina, y en nuestro país, es menor al óptimo deseable.
Mejorar el alcance y la calidad de la formación para el trabajo y la educación superior técnico profesional es crucial para lograr mejores oportunidades de empleo. Particular atención merecen en este aspecto, los esfuerzos orientados a mejorar las oportunidades de acceso al empleo productivo y al trabajo decente de las mujeres, los jóvenes y las personas en situación de discapacidad (CEPAL, 2016).
En periodos de desaceleración económica, las políticas activas del mercado del trabajo recomiendan actuar simultáneamente en desarrollar y actualizar las competencias para el empleo, mejorar el ajuste entre la oferta y la demanda de trabajo, y promover la creación de empleos productivos (OIT, 2016).
La construcción de un sistema de formación a lo largo de la vida, flexible, accesible, que reconozca los aprendizajes de los trabajadores y trabajadoras y les permita continuar desarrollándose, constituye una prioridad de la política pública.
Gastón Cerda Videla
Vice Presidente del Directorio en Fundación Wazu
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