Se transformó en el primer europeo con Síndrome de Down en terminar una carrera universitaria. Hoy a sus 46 años, se dedica a traspasar el mensaje en contra de la discriminación laboral a empresas e instituciones alrededor del mundo.
Su charla se transformó en una fluida conversación. Un diálogo junto a Francisco Mesonero, director general de Fundación Adecco, en el que reveló detalles de su infancia, su etapa escolar y universitaria, y sobre todo, esos obstáculos y fortalezas que lo hicieron triunfar en una época, donde su condición no era sinónimo de inclusión.
Pablo Pineda en su segunda visita a Chile se transformó en el protagonista del seminario “Diversidad: Factor clave en la competitividad de las organizaciones” organizado por Adecco Chile. Y es que su historia personal inspiró a todos los presentes, muchos de ellos líderes de organizaciones, que lograron entender la importancia de su mensaje.
Le pregunto si alguna vez tuvo algún compañero con Síndrome de Down, su mismo trastorno genético. Dice que no, siempre fue el único. Así comienza su historia.
Sin favoritismos ni privilegios
No tiene inconveniente en referirse a su infancia, todo lo contrario. Esta etapa fue una oportunidad y su familia, la clave para convertirse más tarde en un profesional exitoso. Pablo relata que aprendió a leer a los cuatro años, misma edad y misma exigencia que sus tres hermanos mayores.
“Mis padres siempre nos hicieron entender que yo debía aprender a la par. Eso significó confianza. Ellos siempre confiaron que yo podía aprender, y a partir de ahí empezaron a actualizarme. Estuvieron siempre pendientes y en casa aprendí mucho con mis hermanos que ejercían de profesores. La música y la estimulación fue constante”, agrega.
Este español de 44 años, separa sus tres etapas formativas: el colegio, el instituto y la universidad. En el colegio, “tenía muy buenos amigos y profesores que apostaron por mí. No había favoritismo ni privilegios”.
Sin embargo, a principios de los 90 cuando tenía 14 años, su ingreso al instituto no fue fácil. Cuenta que la indecisión de los profesores por integrarlo a sus clases fue tal, que se realizó una votación democrática dice Pablo, que finalmente le permitió su admisión. Así comenzó a decidir sus preferencias profesionales: Ciencias o Letras, Matemáticas no era lo suyo. Aprendió Latín, Griego e Historia del Arte, su pasión.
Sus estudios continuaron y su condición, no fue obstáculo alguno. En 1995 ingresó a la Universidad de Málaga a estudiar Magisterio en la rama de Educación Especial para luego, especializarse en Sicopedagogía. “Ahí me encontré con un sistema burocrático. Tuvimos que luchar para que eso cambiara”.
Admite que fue difícil pero no dudó en mostrar sus capacidades, estudiando. “Demostrar a los universitarios y al profesorado, que una persona con Sindrome de Down puede completar una carrera universitaria es lo más dificil. Me puse como objetivo demostrarle a todos que sí podía. Y lo demostré”.
Su batalla contra la discriminación
Pablo cuenta que comenzó a abanderar movimientos a favor de los derechos de sus compañeros y de quien fuese necesario desde el colegio. Desde entonces, tomó fuerza y su lucha se intensificó debido a las injusticias que presenciaba.
En plena charla se refiere a su labor: “Soy el cirujano de las palabras. Esa es mi misión en diversidad”. Esa frase quedó grabada en el público, por consecuencia le pedí que me la explicara en la entrevista posterior.
“Yo te tengo que convencer a tí y ¿cómo lo hago?, escogiendo las palabras con pinzas. Yo intento convencer a las personas de que al final lo que queremos es formar parte de la sociedad y eso se debe hacer a través del empleo. Las empresas tienen la labor principal, darnos la oportunidad. Hasta ahora siempre el discurso es que no va a poder, no, no y no. Pero hay que cambiarlo a sí. Sí se puede. Y a partir de eso, dar una oportunidad y que demuestre que realmente vale. Y eso es lo que quiero que las empresas se den cuenta”, asegura Pineda.
En pleno camino hacia la inclusión comenzó a colaborar en Fundación Adecco. Una oportunidad que dice, fue fundamental para emitir un mensaje que hasta el momento no había sido transmitido a las grandes empresas. Intentar convencer a empresarios, directores, gerentes, profesionales de Recursos Humanos, es su objetivo.
La visibilidad que ha logrado este conferencista español ha sido impactante. Además de participar en jornadas de sensibilización internacional, fue galardonado como mejor actor en el Festival Internacional de San Sebastián en 2009 por su participación en la película “Yo, también”. En 2013, publicó el libro “El reto de aprender” y dos años después, “Niños con capacidades especiales”.
Su mensaje transmitido en primera persona logra cambiar etiquetas y Aldo Sepúlveda, director comercial Adecco Latam, tuvo al final del seminario palabras que deben ser replicadas:
“Ser uno más de nosotros. Así debe ser una persona con discapacidad en una empresa. Vamos a sacar a esa persona que está en casa con algún talento y apostemos por ella. Veamos qué puede entregar a la sociedad. El prejuicio es el tatuaje que más duele. La invitación es a pasar de un rol pasivo a un rol más activo. A construir una sociedad más justo e igualitaria. El éxito de las empresas está en el talento de sus colaboradores”.
Fuente: americaeconomia.com
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