En septiembre de este año la lavandería cumplirá 10 años de funcionamiento, siendo todo un ejemplo de inclusión desde la región del Bío-Bío al resto del país.
Lavandería Industrial 21 nació como un proyecto del Arzobispado de Concepción, que, junto con el apoyo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, el Instituto Profesional Duoc UC y la colaboración de la Universidad San Sebastián, lograron comenzar su marcha blanca en agosto de 2014 y funcionamiento oficial en septiembre de ese mismo año.
La particularidad de este espacio es que quienes trabajan en él son jóvenes y adultos con síndrome de Down, brindado la posibilidad de su inclusión en el mundo laboral.
Al respecto, el exarzobispo de Concepción, Monseñor Fernando Chomali, declaró que Lavandería Industrial 21 es “es una tarea evangelizadora, porque nosotros creemos firmemente que el trabajo es la clave de la cuestión social y también creemos que una persona con síndrome de Down tiene todas las posibilidades de prestar un gran servicio a la nación”.
Por su parte, Maite Otondo Briceño, de Fundación Lavandería Industrial 21, explicó que la metodología de trabajo se basa en el empleo con apoyo. “Hay una aproximación paulatina al lugar de trabajo definido en micro tareas y después hay un alejamiento de ese acompañamiento hasta que la persona en situación de discapacidad es capaz de realizarlo de manera autónoma”.
Esta iniciativa busca fomentar la independencia de sus trabajadoras y trabajadores y así puedan insertarse de todo en el mundo laboral. “El objetivo no es que los jóvenes permanezcan aquí para siempre, sino que sean capaces de ir a trabajar a empresas, instituciones, universidades, clínicas, etc. (…) La gran expectativa es que les den un espacio a estos jóvenes, a estos adultos trabajadores que han aprendido una metodología, que lo hacen estupendamente bien y la evidencia está a la mano, en esta misma lavandería” detalló Otondo Briceño.
Cada uno de los trabajadores es capacitado y asesorado en el proceso de postulación a diversos empleos, y una vez aceptados, entre uno y dos años, reciben un acompañamiento en la adaptación al nuevo puesto de trabajo.
Sin duda, este proyecto es un ejemplo, desde la región del Bío-Bío al resto del país, respecto a la inclusión laboral de personas con síndrome de Down.
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