UN VECINO DE LA COMUNA DE CALLE LARGA (ACONCAGUA) Y QUE A CAUSA DE UN ACCIDENTE EN EL MAR QUEDÓ CON UNA TETRAPLEJIA, SE VE OBLIGADO A OFRECER LO POCO QUE TIENE PARA PODER PAGAR A ALGUIEN QUE LO ASISTA A LEVANTARSE, ACOSTARSE Y ASEO MENOR, Y ASÍ PODER SALIR A TRABAJAR PARA ÉL Y SUS DOS HIJOS. ESTE CASO NOS HACE REFLEXIONAR AÚN MÁS SOBRE LA NECESIDAD DE MEDIDAS REALMENTE EFICACES Y QUE MÁS QUE UNA AYUDA PARA LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE DISCAPACIDAD, SEA UN IMPULSO PARA QUE TODOS PODAMOS PARTIR DE LA MISMA BASE Y TENER LAS MISMAS OPORTUNIDADES DENTRO DE LA SOCIEDAD.
Compartimos la nota realizada por el diario El Trabajo del Valle del Aconcagua:
Sin esposa, en silla de ruedas y a cargo de dos hijos menores de edad, este vecino ofrece lo que tiene para salir adelante y velar por sus hijos.
Una singular oferta laboral y a la vez una excelente oportunidad para aprender de un luchador, es la que está ofreciendo Juan Andrés Ponce Vergara, quien vive ligado a una silla de ruedas luego de sufrir un grave accidente. Este vecino de Calle Larga se comunicó con el diario El Trabajo para solicitar apoyo y a la vez ofrecer su oferta laboral a una persona, preferiblemente varón.
“Necesito una persona con urgencia y experiencia para asistirme a aseo menor, vestirme y levantarme a las 8:30 y acostarme en la tarde tipo 20:00 horas. Soy una persona con capacidades disminuidas, solo quiero ir a trabajar y poder generar algo de dinero para comprarme una silla eléctrica. Estoy tetrapléjico desde el 1 de enero del 2014 por causa de un accidente en el mar, pero con ganas de seguir viviendo. No recibí el 10% pero algo se puede hacer. Recibo una pensión de $100.000 ese dinero lo pongo a disposición como sueldo de lunes a viernes, dos veces al día, a las 10:00 horas no requiere más de una hora y a las 20:00 para que me acueste. Si alguien de buen corazón también desea ayudar con un aporte voluntario se lo agradeceré de todo corazón, me pueden contactar al WhatsApp +56971845910”, nos comenta Ponce.
Según nos explicó este vecino, el trabajaba en construcción y era temporero, “ahora estando en silla de ruedas salgo a vender casa por casa aliños o aromas para los vehículos, pero ahora en estos momentos no he podido trabajar al no tener la silla eléctrica. Tengo dos hijos, una de 13 años y una nena de 8 años de edad, mis motores de vida, no tengo mujer que me acompañe con mis hijos”, indica Juan Andrés a Diario El Trabajo.
Fuente: Roberto González Short, Diario El Trabajo
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