Alejandra Rojas restauró una micro y la transformó en el primer centro de buceo móvil adaptado de Chile. Junto a su equipo formado solo por mujeres, permiten que todos en Rapa Nui puedan vivir conectados con el mar y sus infinitas maravillas.

“Soñar es una acción inherente a todos los seres humanos”. Este es uno de los lemas de vida de Alejandra Andrea Rojas Alabarce, propietaria de Snorkeling Rapa Nui. Con mucho esfuerzo, luego de nadar contra la corriente y sortear con éxito barreras culturales y de género, creó el primer centro de buceo móvil adaptado del país.

Y al parecer la vida la llevó al mejor lugar para concretar su sueño: Rapa Nui. Esa historia se comenzó a gestar hace más de una década, cuando llegó a la isla motivada por su espíritu inquieto y salvaje. “Aquí enraicé mis sueños y el corazón. Formé una familia junto a José Ika, de la etnia local, con quien tengo dos hijos: Potu, de cuatro años, y Taunoa, de nueve”, cuenta.

La gran inquietud que la movió desde el primer momento fue aportar a esta nueva sociedad que la acogía. Nacida en Santiago, esta profesora de educación física se especializó como instructora de buceo, lo que la llevó junto a su marido a levantar su primer negocio, el centro de buceo Snorkeling Rapa Nui, ubicado ni más ni menos que en Tahai, que es la clásica postal de los turistas que llegan a la isla y uno de los lugares más hermosos para contemplar el atardecer.

Como en toda aventura emprendedora, partir es lo que más cuesta. Relata que “al comienzo, no teníamos bote ni tampoco equipos de buceo, solo podíamos realizar snorkeling. Sin embargo, el buen servicio y el profesionalismo nos dieron reputación en el sector, lo que nos permitió crecer y contar hoy con los servicios de pesca submarina, buceo, instrucción para otorgar licencia de buzo y todas las certificaciones de la Armada”.

Pero Alejandra no estaba satisfecha. Sabía que le faltaba algo y aquel espíritu salvaje la animó a emprender en solitario y retribuir lo que recibió de la gente del archipiélago. Los años de conexión con la cultura local le hicieron entender lo importante que es el mar para la comunidad, pero notó que lamentablemente no todos podían acceder a él, por diversas circunstancias de la vida, como problemas motores o accidentes que generaron algún tipo de discapacidad física en algunos.

Fue así como decidió, casi como por una obligación moral, restaurar una micro en desuso y la transformó en un dive bus, el primer centro de buceo móvil adaptado de Chile. Con orgullo, dice que “este vehículo me permite recorrer cualquier rincón de la isla para ir a buscar a niños, niñas, jóvenes y adultos en situación de discapacidad, conectándolos con el océano y sus maravillas”.

El mar como una experiencia integral y para todos

Alejandra describe su emprendimiento como la realización de un sueño para que toda la familia practique esta actividad de turismo aventura. Es que Snorkeling Rapa Nui es una empresa innovadora que no solo diversifica la oferta turística de Rapa Nui, sino que, a su vez, permite que niños, niñas, jóvenes y adultos locales se conecten con el mar, un elemento fundamental para la cultura en la isla.

“Entregamos a cada persona la posibilidad de creer que sí se puede, conectándose con un ecosistema que regala paz, silencio y un abanico de estímulos visuales”, explica la empresaria turística de treinta y cuatro años, enfatizando en que su dive bus, además, “cuenta con todas las condiciones e instalaciones para que las personas accedan con sus sillas de ruedas y otros aparatos de apoyo. Así pueden recrearse en una de las aguas más hermosas del mundo, que nos regalan más de cuarenta y cinco metros de visibilidad y una fauna de ensueño”.

El centro de buceo móvil adaptado que lidera Alejandra Rojas Alabarce posee otra cualidad que lo hace especial: un equipo de mujeres profesionales que ayuda a que la experiencia sea integral. Hoy participan una terapeuta ocupacional, dos profesoras de educación física, una profesora de inglés y una kinesióloga.

Con ellas, junto con las clases regulares, “impartimos cursos gratuitos para personas locales con discapacidad motora que desean reencontrarse con el mar. Creemos que soñar es una acción inherente a todos los seres humanos y con nosotras lo pueden lograr”.

Un sueño sin límites

Alejandra es una de las pocas profesionales del país certificadas como instructora en buceo adaptado, no obstante, ha encontrado barreras importantes a la hora de realizarse en un mundo que define como culturalmente machista. Según cuenta, “acá el mar está asociado a los hombres, todos pescadores, quienes son los encargados de manejar los botes y los mejores buceadores por naturaleza. Por lo cual, la llegada de una mujer extranjera, joven y con ganas de profesionalizar el servicio fue una dificultad cultural”.

Aun así, esto la motivó más para soñar con un proyecto innovador. Recuerda que la forma de superar estas barreras fue “con trabajo, paciencia y perseverancia. También siendo generosa con el conocimiento, respetuosa con el ecosistema y conectándome con la cultura”.

Y allí encontró una respuesta positiva por parte de su entorno, ya que “destinar gratuitamente un día a la semana a personas locales en situación de discapacidad que desean seguir vinculadas a una actividad ancestral sorprendió a muchos y también abrió corazones. ¡Hoy estoy feliz de contribuir a esta isla, con esperanza, marcando la diferencia con un equipo de mujeres y manifestando que nosotras sí podemos soñar y materializar esos deseos!”.

Con ese mismo impulso, Alejandra Andrea Rojas Alabarce, una de las dos ganadoras del concurso Mujer Empresaria Turística –certamen que por una década ha relevado el rol de las mujeres en la industria turística chilena–, alienta a todas las mujeres soñadoras y visionarias: “Los sueños son para cumplirlos y las limitaciones están solo en nuestra mente. Vivo en medio del océano Pacífico y mi vista no tiene límite. Miro hacia el horizonte y es infinito, como nuestra imaginación”.

Para ella, “todo nace de la esperanza y la pasión, los motores que nos llevan a caminar, creer y materializar. Las invito a fortalecer las autonomías físicas, políticas y económicas de todas nosotras, pues el trabajo en equipo es esencial para crecer en la vida”.

Fuente: sernatur.cl